miércoles, 15 de diciembre de 2010

- PRÓLOGO -

Nació en una familia normal, en un lugar corriente; con unos amigos normales.
Siempre se sintió querido por su familia, por casi todos, al menos.
Ante todo por su madre: Ella siempre le había querido y él a ella. Casi vivía por y para él.
Era la persona a la que más quería en el mundo.
Su hermano…
Su hermano hacía años que no iba por su casa, ya casi no recordaba su rostro. Era un puto drogadicto. Tal vez fuera mejor así…
Su madre nunca hablaba de él y hacía tiempo que ya había tirado todas sus fotos.
Sin embargo, a ella le sentó muy mal que el se fuera sin haber dado ninguna explicación. Y aún así, le seguía queriendo más que a nadie.
Él se sintió  muy aliviado cuando se entero que su hermano se marchaba.
No soportaba que existiera alguien a quién su madre quisiera más que a él. Nadie merecía ese cariño, sólo él.
Los demás lo malgastaban, y él guardaba ese cariño dentro de él.
Y eso, incluía a su padre.
Su padre siempre les había tratado mal.
Aunque la palabra mal, era un eufemismo para describir como trataba a sus hijos y a la mujer a la que había  jurado amar y respetar.
Gritándolos por cualquier cosa. A él, a su hermano y a su madre; sobre todo a ella..
Ella no dejaba de llorar en los últimos años por consecuencia de eso, ya no era la mujer feliz qué él recordaba de cuando era pequeño.
Su padre es el culpable del sufrimiento de su familia, y del dolor de su madre.
Jamás lo volvería a permitir. Nunca.
Semanas más tarde, su padre muere en extrañas circunstancias.
No logra recordar nada, y su madre se mantiene en un extraño mutismo.
¿Qué es lo qué había pasado?
¿Por qué no recordaba nada? Sentía un profundo vacío en su mente.
Su madre se había vuelto más fría.
¿¡ Había logrado quedarse tranquilo, su padre!?
Se había salido con la suya.
Le había arrancado la sonrisa de la única persona que realmente le importaba.
Era su luz, y su padre se la había llevado con él.
No sabía cuanto le despreciaba, era cercano al odio.
Ahora, intentaría entrar a una buena universidad, para que su padre, estuviera donde estuviera; viera lo inútil que era su hijo. Solo para darle en las narices.
Su madre empezó a volver a la normalidad, ya había pasado 1 mes de su muerte. Parecía querer sonreírle otra vez.
Volvía a tratarle igual que antes.
Ya estaban los 2 solos, como siempre debía haber sido.
 Él seguía sin recordar lo qué había sucedido el día de la muerte de su padre, el 20 de Abril.
Intentaría encontrar un modo para recordar ese vacío.
Aunque, era un alivio saber que no iba a volver a pegar a su madre.
Ya no existía.
Todo volvía a estar bien.

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